“La sustancia del liderazgo jesuita”

“La sustancia del liderazgo jesuita”
En esta época de escándalos empresariales mediáticos siempre resulta sano volver a revisar los valores que sostienen el ejercicio del liderazgo en cualquier actividad. Actualmente existen incontables ejemplos de personas que han logrado construir grandes empresas, pero poco se ha profundizado en el proceso de formación de un líder.
Como ex alumno de un colegio jesuita en Paraguay, tuve la oportunidad de acceder a varios textos relacionados al accionar de los jesuitas en el mundo y lógicamente en Paraguay. Un aporte interesante fue el desarrollo de, posiblemente, la institución de liderazgo más grande y más antigua del mundo: la orden de la Compañía de Jesús.
En su libro “El liderazgo al estilo de los jesuitas”, Chris Lowney, ex sacerdote jesuita y experimentado ejecutivo del banco de inversión JP Morgan, nos revela, en un relato pleno de ejemplos, los principios que han guiado a los líderes jesuitas en sus diversas actividades durante más de 450 años.
Lowney dejó la Compañía de Jesús un viernes de 1983 e inicio una nueva carrera en JP Morgan el lunes siguiente. En esta organización trabajó durante 17 años como director administrativo y miembro de los comités de Nueva York, Tokio, Singapur y Londres. Esa doble visión de hombre de fe y conocedor del mundo de los negocios le permitió dibujar una pedagógica y completa historia de la forma en que diez hombres sin capital y sin ningún plan de negocio concibieron, en el siglo XVI, una de las corporaciones religiosas más longevas, innovadoras y extendidas del mundo. Hoy en día, la Compañía de Jesús la integran 21.000 líderes que dirigen 2.000 instituciones en más de un centenar de países y donde se han educado hombres de la talla de Bill Clinton, François Mitterrand, Antonin Scalia y Fidel Castro.
¿Por qué han prosperado y prosperan los jesuitas? A mí entender, y en función al libro del Lowney, los jesuitas desecharon el estilo de liderazgo aparatoso para concentrarse en cuatro valores verdaderos como sustancia del liderazgo: conocimiento de sí mismoingenioamor y heroísmo. En otras palabras, Ignacio de Loyola y sus seguidores equiparon a sus aprendices para que triunfaran, formándolos como líderes que “entendieran sus fortalezas, sus debilidades, sus valores y tuvieran una visión del mundo; innovaran confiadamente y se adaptaran a un mundo cambiante; trataran al prójimo con amor y una actitud positiva; y se fortalecieran a sí mismos y a los demás con aspiraciones heroicas”.
Finalmente puedo decir que, el aspirante de líder debe enfocarse en lo que es posible, en el futuro, utilizando los “ejercicios espirituales” (ejercicios reflexivos propio de los jesuitas) que le permitan autoanalizarse diariamente sobre sus metas y objetivos, y el cumplimiento de los mismos. Así esta gran compañía prosperó a lo largo del tiempo y desarrolló una de las instituciones más grandes y poderosas del mundo implementando principios sociales, medioambientales y económicos de la manera que hoy conocemos como Responsabilidad Social Empresarial.
Mario Aníbal Romero Lévera
Socio de la ADEC

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