“La RSE hace competitiva a la empresa”
“La
RSE hace competitiva a la empresa”
La RSE, Responsabilidad Social
Empresarial, con el paso del tiempo se convirtió en una herramienta clave de la
competitividad empresarial, en un mundo con un acelerado nivel de avance
tecnológico, ha logrado que la mayoría de los sectores de la economía, que con
sus diferentes actores desarrollan productos y servicios, hayan ganado un lugar
de prestigio muy importante entre los consumidores, que cada vez preguntan
menos, por los aspectos de seguridad y garantía en el funcionamiento de los
productos que adquieren, los cuales son dados como un hecho. El consumidor
actual busca con ganas aquellos productos que son desarrollados por empresas
que presentan alto grado de compromiso con la sostenibilidad y el manejo ético de
sus emprendimientos, como elemento clave que permite definir las bases de un
acuerdo con los consumidores, logrando un clima de confianza para quieren
administran las organizaciones y se comprometen con estos principios.
El concepto de lo que hoy conocemos con
Responsabilidad Empresarial, a medida que fue pasando el tiempo, ha dejado de
ser un planteamiento académico que busca complementar la formación de los
futuros dirigentes empresariales, para convertirse en un factor clave de la
competitividad, en mercados que, hoy, exigen más compromiso de los empresarios
con los conceptos que promuevan la estabilidad de nuestro ecosistema y el
desarrollo equilibrado de los valores humanos que comparten las sociedades
comprometidas con la internacionalización de la economía.
La fuerte presencia de las
organizaciones sin fines de lucro (ong’s) en el mundo, cuyas acciones salen de
los límites tradicionales señalados por la política, con el fin de buscar la
fiscalización del comportamiento de las multinacionales, se convierte en nuevas
formas de organizaciones de los consumidores que buscan el respeto de sus
derechos, que ya sobrepasan el tradicional concepto de las 4Ps del Marketing
(producto, plaza, precio y promoción), para concentrarse en aspectos de
comportamiento empresarial que definen, en gran medida, las alteraciones de la
demanda y los probables bloqueos que los nuevos grupos de presión están
dispuestos a realizar sobre los proveedores que no respetas los derechos del
consumidor.
Me pregunto: ¿hasta dónde pueden llegar
estas nuevas formas de comportamiento de la demanda que los oferentes de bienes
y servicios exitosos deberían tener en cuenta?
Es la pregunta del siglo XXI, muy
difícil de comprender, y su complejidad de entendimiento, se presenta en una
relación directamente proporcional entre lo que hoy día conocemos como un mundo
desarrollado y el que no lo es.
La aplicación de mecanismos de
regulación de la competencia, tendientes a buscar que las organizaciones
garanticen la estabilidad integral de las comunidades en las cuales se
desarrollan, que no implican solamente las regulaciones tradicionales de
control de calidad, en lo que tiene que ver con las normas ISO, con todo lo que
implica la concepción revolucionaria de preservación del medioambiente. Ahora
exigen a las empresas prácticas, en su estructura empresarial, que garanticen
los derechos mínimos de los trabajadores a tener un ingreso y un trato justo,
acordes a las condiciones mínimas de equidad y el derecho internacional
humanitario.
Pero, las tendencias, van más allá, en
la medida en que los nuevos consumidores desean conocer aspectos relacionados
con la filosofía organizacional de las compañías que producen los bienes y
servicios que consumen.
Es por eso que, cada vez más, las
propuestas de los empresarios a sus clientes muestran aspectos que antes no
preocupaban o no eran considerados de interés.
La misión y la visión de las empresas
exitosas, son claramente comunicadas por los empresarios con el objetivo de
conquistar a los consumidores con propuestas complementarias a las bondades de
los bienes y servicios que ofertan, como garantía de soporte que expresa la
coincidencia de los valores de las organizaciones con la de los diferentes
públicos con los que se relaciona.
Las instituciones educativas de los
países en desarrollo deben penetrar a fondo en estas materias y proyectarlas
hacia el mundo de las empresas y sus directivos, si queremos impactar con una
visión diferente de la producción y la productividad que, en sus formas más
tradicionales, no han generado sino rezago, subdesarrollo y frustración
empresarial.
Mario Romero, Socio de ADEC
Artículo publicado el lunes 27 de
abril en el Diario La Nación.
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