De fracaso en fracaso
De fracaso en fracaso
Winston Churchill
hace más de 4 décadas decía: “El éxito es la habilidad de ir de fracaso en
fracaso sin perder el entusiasmo”.
Algunas estadísticas
de distintos países coinciden que entre el 70 y el 80% de las pymes que hoy se
crean, cierran antes de cumplir un año de vida. De las que sobreviven, menos
del 70% alcanzan el quinto año de vida. Estas estadísticas se refieren a datos
del SEBRAE del Brasil y a estudios realizados por Centro de Atención a la
Pequeña y Mediana Empresa (CAPYME) en Paraguay.
Tropezar en el
proceso de inicio y desarrollo de una empresa es común entre los emprendedores.
Para que estos obstáculos que debe enfrentar cualquier emprendimiento no
terminen con la empresa, hay que poder identificarlos, buscar corregirlos y por
sobre todo aprender de ellos.
Equivocarse y cometer
errores es parte del proceso emprendedor. Ningún empresario novato puede
pretender iniciar una compañía sin equivocarse en algún momento. Los fallos
deben tomarse como aprendizaje. Aprender de los errores y de los éxitos nos
hace más sabios y prudentes.
Errores frecuentes.
Fallas hay muchas, pero se puede considerar que la más peligrosa se produce
cuando se busca incorporar a un socio que no aporta nada al proyecto. Un verdadero
socio es aquel que te acompaña en el camino, igual o más que tu pareja en la
vida personal, y por este motivo se lo debe escoger con mucho cuidado. Tampoco
hay que menospreciar la necesidad de asesoramiento o consultoría técnica en labores
contables y administrativas, se deben hacer previsiones a largo plazo (más de
cinco años) en un escenario donde la tecnología acelera cualquier proceso de
cambio, y minimizar las necesidades financieras. Se debe ser realista o se verá
“sumergido” a una búsqueda desordenada de recursos financieros, que colocará en
serio riesgo el proyecto.
Los emprendedores
normalmente suelen confundir a los business angel (angeles inversores) con
filántropos. Dedican más esfuerzos en buscar financiación que clientes,
pretenden conseguir dinero antes de tiempo, pueden llegar a valorar de manera
irreal el proyecto, confunden ventas (facturación) con cash-flow (flujo de
caja). Además, regalan acciones demasiado pronto a amigos, familiares o
colaboradores que luego pondrán problemas en futuras operaciones corporativas, confunden
el corto plazo (sobrevivir) con el largo (apuesta y posicionamiento), cuentan
con escasos conocimientos financieros y de gestión, y no toman en cuenta la
importancia de los aspectos legales.
Identificar y aceptar
las fallas, aprender y corregirlas es fundamental para que no se vuelvan a
repetir.
Los errores más
comunes, cuando se inicia el proyecto en un mercado determinado, se producen cuando
el emprendedor no presta atención a su cliente, percibe que no tiene
competencia, se dirige a un mercado muy pequeño o bastante complicado, no
dispone de un modelo de negocio claro y probado, no tiene visión, no cuenta con
una estrategia de marketing bien definida, no se ajusta a los objetivos reales
y piensa que el producto se venderá solo.
Cuando se conforma el
equipo, muchos emprendedores no saben reclutar a los mejores colaboradores ni
retener el talento humano. Algunos son excesivamente mezquinos en la
remuneración, muchos no saben delegar y también están los que desean controlar
todo y a otros les falta motivación, insistencia y decisión ante los obstáculos.
Conocer las
limitaciones, rodearse de expertos, contar con una formación específica, estrenar
previamente el modelo de negocio y ser realista con las previsiones de ingresos
puede salvar a los empresarios recién nacidos de muchos de estos problemas.
Yo les invito de
corazón a este proceso de aprendizaje…simplemente…porque he sido igual que vos.
Mario Aníbal Romero
Lévera, Socio ADEC
Publicado el Domingo 02 Setiembre 2012 en el Diario La Nación de Paraguay
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